MARÍA CAMILA

INCLUSIÓN EN PERSONAS EN SITUACIÓN DE DISCAPACIDAD

Desde hace varios años se habla de la inclusión social de  las personas con discapacidad, como un deseo de equidad y como un derecho de todas las personas a ser reconocidas y valoradas como miembros de una sociedad de la que forma parte. (MAÑÁN, Alicia)

En palabras de Mañán (2004), a pesar del grado tan elevado de la población que presenta discapacidad en el mundo  no se ven avances significativos en su inclusión social, las personas  en situación de discapacidad siguen siendo discriminadas, siguen teniendo menos oportunidades de acceso y de oportunidades a la atención, la salud, la educación, el trabajo, a esto se le suma los pocos adelantos que se evidencian en cuanto a eliminación de barreras  arquitectónicas,  impresiones en sistema braille, interpretación en lengua de señas, entre otras.

Mañán (2004) afirma que “se han elaborado propuestas pedagógicas, proyectos educativos, se ponen en marcha planes de integración laboral, se fijan políticas de apoyo económico, se hacen accesibles ciertos  soportes  técnicos, se eliminan  barreras arquitectónicas. Hay mayor aceptación social de las personas “diferentes”, se las ve en la calle, en lugares de recreación y esparcimiento, hay experiencias de integración escolar y laboral, hay leyes que establecen formas de lograr  la igualdad de derechos y oportunidades. Pero la inclusión social no es hoy, aún una realidad” (p. 3) 

“Hay situaciones que dificultan la inclusión social que están en el imaginario colectivo que ubica, desde el paradigma del déficit, a la persona en situación de discapacidad como “menos” persona, con menor capacidad de hacer aportes válidos al desarrollo de la sociedad en la que vive, sin posibilidades de aprender, o de hacer un trabajo válido” (Mañán, 2004,  p.4).

INCLUIR DESDE LA FAMILIA
“Además de la igualdad como personas con derechos y deberes, como ciudadanos, como integrantes de una sociedad, los seres  humanos somos  iguales en tanto miembros de una especie que necesita cuidar a los más pequeños (…),  que sin cuidado adulto no  podrán sobrevivir, y  requieren un largo tiempo para lograr autonomía” (Mañán, 2004, p.4).

Mañán (2004) afirma lo siguiente: “La  inclusión  social empieza por la posibilidad de ser incluido en un proyecto familiar. No siempre - ni todos- estamos preparados para dar o recibir “malas noticias”, para decir que las cosas no salieron como estaba previsto,  en momentos tan delicados como el del nacimiento de un niño. Es necesario formar a los profesionales que van a atender  al niño y a sus padres desde las primeras  etapas,  para que sean capaces de brindar información y ayuda” (p. 7).

Tal y como la autora lo presenta (2004), cuando se va a realizar un trabajo con las familias es necesario tener tolerancia, ganas de ayudar y seguridad por parte de los profesionales quienes brindarán la mayor certeza de ser capaces y de “estar capacitados por su formación para enfrentar el dolor,  la incertidumbre y un pronóstico realista. La tarea es acompañar a los padres para que comprendan y acepten las particularidades del desarrollo de su hijo y puedan ayudarlo, con una estimulación apropiada -que empieza por la constitución de un vínculo sano- a desarrollar al máximo de su potencial” (p. 8). 

Finalmente MAÑÁN (2004) dice “el  proceso de incluir a un niño con discapacidad en la familia comienza con la comunicación del diagnóstico, que informa o confirma  la presencia de una dificultad. Es necesario informar claramente y se requiere formación para hacerlo” (p. 9). 

“No sabemos cuánto avanzará cada niño, qué aprenderá, si podrá ir a la escuela o trabajar. Sabemos que es un ser  social, que  nace en un grupo donde aprenderá a depender y a hacerse progresivamente independiente en la medida de sus posibilidades.
No será el ingreso a la escuela lo que marque su derecho a la inclusión en la sociedad, sino la aceptación de normas y límites, la posibilidad de que  se estimulen sus potencialidades, sosteniendo  y promoviendo conductas adecuadas para los intercambios sociales, donde pueda diferenciarse y constituir una subjetividad propia.
La constitución de la subjetividad, rasgo y proceso específicamente humano abre la puerta a derechos y también a deberes, que cada uno deberá ejercer, en el intercambio con otros seres humanos, a lo largo de toda su vida” (Mañán, 2004, p. 10). 

BIBLIOGRAFÍA:
MAÑÁN, Alicia. Montevideo 2004. “Inclusión Social: de la atención temprana a los derechos”. p. 10 

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